Escrito por: Pastor Freddy Ávila
Iglesia Ciudad de Pan para las Naciones – Verón, Punta Cana
El diezmo es una práctica sagrada en la vida cristiana, un acto de obediencia y gratitud que sostiene la obra de Dios y su iglesia. Sin embargo, al igual que en otros ámbitos, como la política, es fundamental que exista transparencia y rendición de cuentas en su administración. Este artículo busca analizar qué es el diezmo, su propósito, y cómo su manejo ético puede no solo satisfacer las necesidades del ministerio, sino también crear un impacto estructural y espiritual en la iglesia y la comunidad.
El diezmo, según la Biblia, significa entregar el 10% de los ingresos a Dios como un acto de obediencia, gratitud y fe. Este principio tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Abraham dio el diezmo a Melquisedec (Génesis 14:20), y en la Ley mosaica se estableció como un mandato para sostener el templo, los levitas y las necesidades de la comunidad (Levítico 27:30-34). En el Nuevo Testamento, Jesús enfatizó que el diezmo no debe desvincularse de la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23:23). Aunque su aplicación moderna puede variar, el diezmo sigue siendo una herramienta clave para sostener la obra de Dios en las iglesias.
El propósito del diezmo está claramente establecido en Malaquías 3:10: «Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa.» Esto implica que el diezmo debe sustentar al pastor y su familia, cubrir las necesidades de la iglesia y bendecir a los necesitados. Los diezmos se utilizan para mantenimiento, proyectos de evangelismo y actividades que fortalezcan la misión de la iglesia. Parte del diezmo también debe impactar a la comunidad, ayudando a quienes están en necesidad. Sin embargo, este propósito sagrado solo se cumple cuando el diezmo es administrado con integridad y transparencia.
A pesar de su propósito sagrado, no siempre se maneja el diezmo de manera correcta. En algunos casos, líderes han desviado estos recursos para satisfacer lujos personales, como casas costosas, vehículos de alta gama y hasta vicios como prostitución y placeres indebidos. Estas acciones generan una gran contradicción: mientras los líderes disfrutan de excesos, hijos de la casa (miembros de la congregación) pueden estar mendigando o enfrentando dificultades económicas. Algunos justifican esta situación con frases como: «Yo cumplo con Dios, y el pastor dará cuentas.» Sin embargo, como cristianos, debemos ser responsables de saber dónde sembramos. El diezmo no debe ser una excusa para alimentar la corrupción ni para ignorar el verdadero propósito de los recursos.
El manejo del diezmo debe ser transparente, como ocurre en el ámbito político, donde las instituciones presentan informes anuales sobre su gestión. De igual manera, las iglesias deberían implementar un sistema de rendición de cuentas anual, donde se informe a la congregación sobre los ingresos recibidos, el uso de los recursos y el crecimiento estructural. Este tipo de prácticas no solo fomentan la transparencia, sino que también fortalecen la confianza y la unidad dentro de la iglesia.
Como miembros, tenemos la responsabilidad de evaluar dónde sembramos. Asegúrate de que la iglesia esté cumpliendo con el propósito bíblico del diezmo. Exige transparencia y participa en las decisiones que afectan a la congregación. No aceptes que los recursos sean utilizados para placeres egoístas o lujos excesivos. Tu diezmo debe contribuir al crecimiento espiritual y estructural de la iglesia.
El pastor tiene una gran responsabilidad en la administración de los diezmos. Su enfoque debe ser predicar sobre el diezmo desde un fundamento bíblico y transparente, garantizar que los recursos sean utilizados correctamente y liderar con ejemplo de integridad, evitando el uso indebido de los fondos. Un pastor fiel no ve el diezmo como una fuente de enriquecimiento personal, sino como una herramienta para edificar la obra de Dios.
El diezmo no es solo un acto de obediencia, sino una oportunidad de participar en el crecimiento de la obra de Dios. Sin embargo, esto solo es posible si los recursos se manejan con transparencia, ética y propósito divino. Al igual que en la política, las iglesias deben rendir cuentas anualmente, mostrando no solo cómo se ha utilizado el diezmo, sino también qué tanto se ha crecido, tanto espiritual como estructuralmente. Como cristianos, no solo debemos diezmar, sino también velar por el uso correcto de esos recursos. No se trata de cumplir y dejar todo en manos del pastor; se trata de sembrar en buena tierra y asegurarnos de que haya alimento en la casa, tanto para los líderes como para los miembros.
Escrito por: Pastor Freddy Ávila
Iglesia Ciudad de Pan para las Naciones
@Verón, Punta Cana